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Costa Rica se ha posicionado muy bien en el escenario mundial, como un “país verde”, incluso es más reconocido como “país ecológico” que como “país más feliz del mundo”. El trabajo a lo largo de varias décadas no ha sido en vano.
Mucho antes de que se impusieran los sistemas de calidad, como el Ente Costarricense de Acreditación (ECA) y el Instituto de Normas Técnicas de Costa Rica (INTECO), el ICT diseñó el Certificado de Sostenibilidad Turística (CST) para hoteles, albergues y empresas de turismo naturalista, que demostraran que podían hacer dinero en actividades en este campo, sin afectar el entorno natural.
Otro tanto lo ha venido haciendo el Programa Bandera Azul Ecológica de Acueductos y Alcantarillados (AyA), que se inició con el recurso hídrico y se fue ampliando en su alcance, a otros temas: hogares sostenibles, cambio climático, etc.
No todo es “color de rosa”, tenemos nuestras “pecas” en esta acuarela ambiental, por ejemplo, la crueldad animal, no solo para especies domésticas, sino también silvestres. ¿Quién no recuerda el destrozo del pico de un tucán al que se le terminó llamando Grecia?
¿O el caso de aquel individuo que subió en su Facebook su “sopa de tortuga” en Sarapiquí? No tenemos corridas de toros como en España, México o Colombia, con orejas y rabo, pero subsiste en la epidermis del costarricense un deseo mórbido de dañar a los animales, sean serpientes, tortugas, perezosos o aves de diversa naturaleza, sin contar dentro de estos ejemplares emplumados, las peleas de gallo, proscritas por ley.
Monos del Parque Manuel Antonio
Nos hemos jactado de tener un ejemplar Servicio de Parques Nacionales, que fue fagocitado por el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC), pero la verdad es que, salvo unos cuantos parques como Poás, Manuel Antonio o Carara, los demás perviven con mínimos recursos.
Nos hemos jactado de tener un ejemplar Servicio de Parques Nacionales, que fue fagocitado por el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC), pero la verdad es que, salvo unos cuantos parques como Poás, Manuel Antonio o Carara, los demás perviven con mínimos recursos.
¿Quién no ha sabido de las penurias de los guarda parques de Corcovado, en la Península de Osa, para proteger en forma sostenida los recursos bióticos y minerales? Las sumas que el Estado le adeuda a propietarios particulares por concepto de expropiaciones, son enormes y quizás algunas nunca serán pagadas.
Parque Nacional de Corcovado
Antes de la creación del SINAC, los tres componentes: áreas protegidas, silvicultura y vida silvestre, eran manejados por la Dirección de Parques Nacionales, la Dirección General Forestal y por la Dirección de Vida Silvestre, respectivamente. La parte productiva o de extracción sostenible de madera, sería más bien materia del MAG, por el enfoque silvicultural; en la actualidad ese aspecto es manejado por FONAFIFO o Fondo Nacional de Financiamiento Forestal.
En las décadas de los 70 y 80 se decía que nuestro país, más que agrícola, era de vocación forestal, dadas las características topográficas o de la conformación de sus cuencas hidrográficas y fue cuando la UNA y el ITCR se abocaron a crear y desarrollar carreras de ingeniería forestal.
Aunque hemos revertido la tasa de deforestación, no se ve un fuerte impulso para promover aún más una política forestal que nos posicione como un país líder de plantaciones artificiales y de manejo racional de los bosques naturales.
Tres tipos de agenda: la verde, la gris y la marrón
Algunos autores hablan de tres agendas en materia ambiental: la verde, la gris y la marrón. La buena fama de Costa Rica con la agenda verde, nos ha lanzado a la arena internacional como un modelo de país en cuanto al manejo de recursos vivos, pero somos un desastre en la administración de los aspectos inherentes a la agenda marrón, a pesar de haberse emitido la Ley 8839 de Gestión Integral de Residuos o Ley GIR.
Subyace todavía en el inconsciente colectivo, la nefasta práctica de lanzar residuos en cualquier parte, por eso, en buena medida, las inundaciones en esta época de lluvias se debe en mucho, a las alcantarillas atascadas. De los 83 municipios, menos de la mitad tiene planes para la gestión de residuos y alegan, entre otras cosas, que no tienen dinero, personal idóneo o maquinaria para hacerle frente a este compromiso.
Las NAMA (sigla en inglés para Acciones de Mitigación Nacionalmente Apropiadas), son herramientas que hemos aplicado exitosamente para el cultivo del café y la actividad ganadera y que se han convertido en un modelo continental de un adecuado manejo de estas dos actividades agropecuarias, para enfrentar el reto de la crisis o cambio climático. Haciendo fila están la elaboración del NAMA para Vivienda y para Transporte Público.
Ya como miembro pleno de la OCDE, nuestro país debe de redoblar esfuerzos para demostrarse (y luego demostrarle al mundo) que sí es posible, con escasos recursos pero con una gran voluntad política y vigorosas acciones ciudadanas, encauzar esfuerzos por el camino de la sostenibilidad y ponerlos a tono con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.